El Fortín del LEOPARDO: pasado, presente y futuro del Américo Montanini
- Equipo Vimuvi
- 21 ago
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 24 ago
En Bucaramanga hay un lugar donde la pasión no solo vibra, sino que se transforma en historia viva. Ese lugar ya no lleva el nombre del presidente Alfonso López, sino que desde el 11 de junio de 2024 se llama Estadio Américo Montanini, en homenaje al goleador histórico de Atlético Bucaramanga. No es simplemente un nombre: es el de aquel ídolo que convirtió gradas en tribunas de gloria, y que sigue siendo el espíritu que late en el corazón de la afición.
Hoy, este escenario es mucho más que una cancha; es el símbolo de una ciudad, un legado que late con cada ovación, cada gol, cada historia compartida.
Origen del estadio y motivo de su construcción
El actual Estadio Américo Montanini fue inaugurado el 12 de diciembre de 1941, originalmente bajo el nombre de Unidad Deportiva Alfonso López Pumarejo. Esa designación respondía al propósito de contar con una sede adecuada para los V Juegos Nacionales, y fue nombrado en honor al expresidente Alfonso López Pumarejo, mediante decreto del gobernador Alfredo Cadena D’Costa.

Primeros usos y adopción como sede de fútbol
Aunque fue inaugurado en 1941, el estadio no tuvo un uso específico hasta 1949, cuando se convirtió oficialmente en la sede del naciente Atlético Bucaramanga, equipo representante del oriente colombiano en el fútbol profesional.
Intervenciones y ampliaciones estructurales
Desde su inauguración, el estadio ha sido objeto de tres intervenciones importantes:
1955: Se edificó la tribuna occidental en concreto, aunque con menor extensión que la estructura original.
1972: Se ejecutó una nueva ampliación con un graderío mayor en los costados norte y sur, además de construcciones para prensa en la tribuna oriental, elevando la capacidad de aproximadamente 10 000 a 15 000 espectadores.
1996: Con motivo de los Juegos Nacionales, se realizaron transformaciones sustanciales: construcción de un parqueadero, eliminación de la cubierta occidental, reubicación de cabinas de radio, creación de palcos para dignatarios, expansión de tribunas y edificación de una tribuna alta preferencial, logrando una capacidad de cerca de 28 000 espectadores.
La construcción
El estadio de Bucaramanga nació en un momento en que la ciudad buscaba proyectarse como un epicentro deportivo de Colombia. La idea tomó fuerza a finales de los años treinta, cuando se designó a Santander como sede de los V Juegos Nacionales de 1941. Para recibir el evento, el gobernador Alfredo Cadena D’Costa impulsó la construcción de un escenario que pudiera acoger competencias de primer nivel y que, al mismo tiempo, quedara como legado para la práctica del deporte en la región.
El proyecto fue concebido bajo el nombre de Unidad Deportiva Alfonso López Pumarejo, en homenaje al entonces presidente de la República. La obra incluyó, además del estadio de fútbol, espacios para atletismo y otras disciplinas, convirtiéndose en el primer complejo deportivo de gran escala en Bucaramanga.
Su construcción se realizó con materiales y técnicas propias de la época: graderías en concreto reforzado, pista atlética alrededor de la cancha y un diseño abierto que aprovechaba la topografía natural de la zona. La capacidad inicial se calculaba en unos 10 000 espectadores, un número significativo para la Bucaramanga de los años cuarenta.
El 12 de diciembre de 1941 se inauguró oficialmente con la ceremonia de apertura de los Juegos Nacionales, marcando así el inicio de una historia que pronto se uniría inseparablemente al fútbol profesional colombiano.

Inauguración y primeros partidos
El 12 de diciembre de 1941, Bucaramanga vivió un acontecimiento histórico con la inauguración de la Unidad Deportiva Alfonso López, hoy conocido como Estadio Américo Montanini. Ese día, las tribunas recibieron a miles de espectadores que presenciaron la ceremonia de apertura de los V Juegos Nacionales, un evento que convirtió a la ciudad en el centro deportivo del país y que marcó el nacimiento del máximo escenario futbolero de la región.
En sus primeros años, el estadio fue utilizado principalmente para atletismo y competencias nacionales, pero con la creación del Atlético Bucaramanga en 1949, el escenario se transformó en casa del club auriverde. El debut futbolístico del Leopardo en este estadio fue un hito que selló la relación entre la ciudad, su equipo y el escenario, convirtiéndolo desde entonces en la catedral del fútbol santandereano.
Con el paso del tiempo, las gradas comenzaron a llenarse no solo de espectadores, sino de historias: goles que hicieron vibrar la capital de Santander, derrotas que calaron hondo y victorias que alimentaron la fe de toda una hinchada que encontró en este lugar el verdadero corazón de su pasión.
Transformaciones y remodelaciones
El estadio de Bucaramanga no se quedó anclado en el tiempo. Con el paso de los años, fue adaptándose a las necesidades de la ciudad, del fútbol profesional y de los grandes eventos deportivos que exigían un escenario más moderno y cómodo.
1955: Se levantó en concreto la tribuna occidental, reemplazando estructuras más simples y dando un salto en solidez y estética. Aunque no alcanzaba la extensión completa de la original, fue un primer paso hacia la modernización.
1972: El estadio vivió una segunda gran intervención. Se construyeron graderíos en los costados norte y sur, y en la tribuna oriental se adecuaron espacios para la prensa. Con estas obras, la capacidad pasó de unas 10 000 a cerca de 15 000 personas, lo que consolidó al escenario como uno de los más importantes del oriente colombiano.
1996: Llegó la remodelación más ambiciosa, impulsada por los Juegos Nacionales de ese año. Se construyó un nuevo parqueadero, se demolió la cubierta de la tribuna occidental para levantar estructuras más amplias, se trasladaron las cabinas de radio, se crearon palcos para personalidades y se amplió la capacidad con una tribuna alta preferencial. El aforo ascendió a aproximadamente 28 000 espectadores, acercando al estadio al nivel de los principales escenarios del país.
Cada una de estas intervenciones no solo cambió la fisonomía del estadio, sino también la manera en que la hinchada vivía el espectáculo. Más gradas significaban más voces, más cantos y una atmósfera cada vez más imponente.
Momentos históricos y memorables
El Estadio Américo Montanini ha sido escenario de noches que los hinchas del Atlético Bucaramanga jamás olvidarán. Más allá del cemento y las tribunas, lo que realmente lo convirtió en un templo fueron los goles, las lágrimas y las celebraciones que allí se vivieron.
Los años dorados de Américo Montanini: El goleador argentino, máximo ídolo del Leopardo, escribió páginas gloriosas en esta cancha durante las décadas de los cincuenta y sesenta. Sus goles no solo hicieron rugir al estadio, sino que lo inmortalizaron al punto de darle hoy su nombre.
El subcampeonato de 1997: Una de las gestas más recordadas por la afición auriverde. Con figuras como Hugo Horacio Lóndero y Sergio Novoa, el equipo llenó de esperanza a la ciudad, y aunque el título se escapó, el Alfonso López (hoy Américo Montanini) vibró como pocas veces en su historia.
Partidos internacionales: Aunque Bucaramanga no es un habitual en torneos de Conmebol, el estadio ha recibido encuentros de Copa Libertadores y Copa Sudamericana, permitiendo que la afición viviera la emoción de enfrentar rivales internacionales en su propia casa.
La pasión de la hinchada: No hay clásico del oriente colombiano ni duelo contra los grandes del país que no haya dejado una anécdota. Desde las caravanas que llenan la ciudad de amarillo y verde hasta los cánticos que hacen temblar las tribunas, el estadio ha sido testigo de cómo Bucaramanga se transforma cada vez que juega su equipo.
Este escenario ha visto crecer generaciones enteras de hinchas. Muchos recuerdan la primera vez que un padre los llevó de la mano al estadio, y hoy hacen lo mismo con sus hijos, manteniendo vivo un legado que trasciende el fútbol.

El estadio hoy
En la actualidad, el histórico escenario de Bucaramanga vive una nueva etapa bajo el nombre de Estadio Américo Montanini, adoptado en junio de 2024 en homenaje al máximo ídolo goleador del Atlético Bucaramanga. El cambio no fue solo simbólico: significó reconocer la huella de un futbolista que marcó a toda una generación y darle identidad propia al templo auriverde.
Hoy, el estadio cuenta con una capacidad aproximada de 28 000 espectadores, lo que lo mantiene como uno de los escenarios más importantes del oriente colombiano. Su gramilla ha sido renovada en varias ocasiones, adaptándose a estándares del fútbol profesional, y también dispone de camerinos modernizados, iluminación para juegos nocturnos y zonas de prensa que permiten la transmisión de partidos a nivel nacional.
Más allá del fútbol, el Américo Montanini también ha sido sede de conciertos, eventos sociales y actos culturales, consolidándose como un punto de encuentro para los bumangueses. Sin embargo, es en los días de partido cuando el estadio cobra vida: cuando el amarillo y verde inunda las gradas y la ciudad entera late al ritmo del Atlético Bucaramanga.
Actualmente, el estadio no solo representa un espacio deportivo, sino un símbolo de identidad para la capital santandereana, un lugar donde se cruzan historia, pasión y pertenencia.
Impacto en la identidad de Bucaramanga
El estadio Américo Montanini es mucho más que un lugar para ver fútbol. Es un símbolo de orgullo bumangués, un espacio que ha acompañado la transformación de la ciudad y que ha estado presente en los momentos más felices y más duros del club. Cada rincón del escenario guarda recuerdos de generaciones de hinchas que han heredado la pasión auriverde de padres a hijos.
Para muchos, asistir al estadio no es solo un plan de domingo: es un ritual que refuerza el sentido de pertenencia con Bucaramanga. En sus gradas se mezclan todas las clases sociales, las historias familiares y las emociones colectivas que hacen del fútbol un lenguaje común.
El Montanini no solo refleja la historia deportiva de la ciudad, sino también su cultura y su espíritu de lucha. Es, en definitiva, un espejo de lo que significa ser santandereano: orgulloso, apasionado y resiliente.
Proyectos futuros y obstáculos actuales
El Estadio Américo Montanini no se detiene en su historia; también mira hacia el futuro. Con la clasificación del Atlético Bucaramanga a la Copa Libertadores 2025, las autoridades aceleraron varias adecuaciones urgentes: se instalaron 352 proyectores LED de última tecnología, se mejoraron los camerinos, las zonas de preentrenamiento, los palcos de prensa y se implementó una red contra incendios que garantiza mayor seguridad. Estas obras permiten que el escenario cumpla con exigencias básicas de Conmebol y se mantenga vigente para el fútbol internacional.
Pero el proyecto más ambicioso va más allá de simples mejoras. La Gobernación de Santander y la Alcaldía de Bucaramanga impulsan un plan de remodelación integral que busca aumentar la capacidad del estadio de cerca de 25 000 a 32 000 o 35 000 espectadores, además de cubrir tribunas, modernizar accesos y dejar el escenario a la altura de los mejores estadios del país.
Sin embargo, estos planes enfrentan varios obstáculos. El primero es la falta de aprobación del Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP), indispensable al tratarse de un bien patrimonial. Sin este requisito, no es posible obtener la licencia urbanística para arrancar obras de gran escala. A esto se suma la demora en la adjudicación de la interventoría del proyecto, que ha tenido dos procesos fallidos y ha frenado el cronograma inicial.
De momento, se espera que los estudios y diseños estén listos hacia comienzos de 2026, lo que abriría la puerta para iniciar la remodelación mayor. Mientras tanto, el Montanini seguirá recibiendo a su hinchada con las mejoras ya realizadas, a la espera de que los planes de expansión se conviertan en realidad.

El estadio Américo Montanini no es únicamente cemento, acero y césped. Es la memoria viva de un pueblo que encontró en él un espacio para soñar, sufrir y celebrar. Cada partido sigue sumando nuevas páginas a un relato que comenzó en 1941 y que, con cada rugido de la hinchada, se mantiene más vigente que nunca.
Más que un escenario deportivo, es un santuario de la pasión auriverde, un punto de encuentro donde se teje la identidad bumanguesa. Porque mientras el balón siga rodando y el pueblo siga alentando, el Montanini seguirá siendo el corazón que late al ritmo del Atlético Bucaramanga.
Comentarios