La Masacre del Estadio Alfonso López: Una Tragedia Olvidada del Fútbol Colombiano
- Equipo Vimuvi
- 25 feb
- 2 Min. de lectura
El 11 de octubre de 1981, el estadio Alfonso López de Bucaramanga, ahora conocido como Américo Montanini, fue testigo de uno de los episodios más oscuros en la historia del fútbol colombiano. Lo que debía ser un partido decisivo entre el Atlético Bucaramanga y el Junior de Barranquilla, se convirtió en una noche de violencia, muerte e impunidad.

Un Partido de Alta Tensión
El encuentro tenía un significado crucial: Bucaramanga buscaba clasificar a los octavos de final del campeonato. La afición, ansiosa y esperanzada, colmó las graderías del estadio para apoyar a su equipo. Sin embargo, la situación se tornó tensa cuando el árbitro Eduardo Peña tomó una decisión polémica: no concedió un penalti a favor del equipo local cuando el marcador iba 1-2 en contra, optando por señalar un saque de arco.
La decisión generó un estallido de furia entre los hinchas. El ambiente ya caldeado por la pasión del partido, el alcohol y la frustración se convirtió en un polvorín listo para explotar.
El Caos y la Represión Violenta
La ira de los aficionados no tardó en manifestarse. Cientos de seguidores comenzaron a invadir el campo de juego en señal de protesta, exigiendo justicia por lo que consideraban un robo arbitral. La seguridad del estadio se vio desbordada y la policía solicitó refuerzos para contener la situación. Fue entonces cuando el Ejército Nacional ingresó al recinto deportivo con la orden de restablecer el orden.
Lo que ocurrió después fue una tragedia. En un intento de dispersar a la multitud, las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra los hinchas. Muchos de los presentes pensaron en un primer momento que se trataba de disparos de salva, pero el horror pronto se hizo evidente cuando los cuerpos comenzaron a caer.
Víctimas e Impunidad
El saldo oficial de la masacre fue de cuatro muertos y más de 30 heridos graves, aunque testigos presenciales aseguran que la cifra real pudo haber sido mucho mayor. La escena era dantesca: el estadio, que minutos antes vibraba con la emoción del fútbol, se convirtió en un campo de muerte y desesperación.
A pesar de la gravedad de los hechos, las investigaciones no lograron esclarecer quién dio la orden de disparar. La falta de justicia y el paso del tiempo hicieron que la tragedia se desvaneciera de la memoria colectiva, convirtiéndose en un episodio olvidado del fútbol colombiano.
Un Recordatorio Incomodo
Hoy, más de cuatro décadas después, la Masacre del Estadio Alfonso López sigue siendo una herida abierta. Es un recordatorio de cómo la violencia ha estado presente en el fútbol y de la impunidad que ha caracterizado muchos episodios trágicos en Colombia.
El fútbol es pasión, pero nunca debería ser sinónimo de muerte. Recordar este episodio no solo es un acto de justicia para las víctimas, sino también un llamado de atención para evitar que tragedias similares vuelvan a ocurrir.











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