"Me pidieron 40 millones para debutar profesional"
- Equipo Vimuvi
- 30 ene
- 2 Min. de lectura

Mi nombre es Camilo y desde que tengo memoria, el fútbol ha sido mi vida. Crecí dándole pata a lo que se atraviesara: desde una lata hasta una piedra.
Y es que en mi barrio, entre mis amigos, ser futbolista era la única manera de salir adelante. Pero bueno, la cosa es que a los 13 años, después de mucho entrenar, aguantar golpes y noches soñando con jugar profesional, logré entrar al club más importante de la ciudad.
El primer día que pisé esa cancha, sentí que el corazón se me iba a salir. El olor a pasto, los cuchicheos de los compañeros y el Profe, ese ambiente era lo mio.
En los entrenamientos me mataba. Era el primero en llegar y el último en irme porque así lo hacía Cristiano Ronaldo y yo tenía metido en la cabeza que iba a ser el próximo bicho. Practicaba tiros libres hasta que me echaban del club, la cosa iba bien, hasta que un día, el Profe me llamó a su oficina.
—Camilo, ¿usted quiere debutar, cierto? —dijo, moviendo un lapicero entre los dedos.
—Claro, Profe, es lo que más quiero en la vida.
El man me miró, se quedó callado un segundo y me soltó la bomba.
—Tiene que ‘aportar’ 40 millones de pesos y lo meto titular 25 minutos en el próximo partido. Si se maneja bien, lo dejo fijo como recambio y le voy dando de a 15 minutos de aquí en adelante.
El mundo se me vino abajo en un solo golpe. Pensé en mis viejos, que se partían el lomo para llegar a fin de mes, en mi hermanita pidiéndo uniformes y útiles escolares, me pasó de todo por la cabeza. No había forma de juntar esa plata.
Intenté razonar con el Profe. Le dije que podía demostrar en la cancha que merecía estar ahí. Pero el tipo ni se inmutó.
—Así es la vaina mijo. O paga, o se queda en la banca.
Salí de esa oficina con un nudo en la garganta y una rabia que me hervía la sangre. No era solo la frustración, era esa impotencia de ver cómo el sueño de toda mi vida se iba al piso por culpa de la plata y de la avaricia.
Pasaron los meses y, como era de esperarse, nunca debuté. Veía cómo otros pelaos con menos nivel, pero con papás que soltaban la plata, entraban al campo sin problema. Y yo, chupando banca.
Y así fue como se acabó mi historia. No hubo debut en la sub 17, mucho menos en la sub 20, ni gol de chilena, ni narrador gritando mi nombre en la radio. No hubo nada.
Pero, ¿saben qué? Aprendí que a veces la vida no es solo meter goles, sino también aprender a levantarse de las patadas que nos da.
Ahorita tengo un empleo normal, pero por lo menos en el gremio se organizan campeonatos de futbol entre empresas y el jefe me tira la liga cada que el equipo gana porque yo le meto duro y al cucho le gusta que el equipo de la empresa gane los torneos, especialmente porque apuesta con los otros patrones y sabe que conmigo va a la fija.











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